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FARC-EP: La arrogancia del poder y los niños


Al momento de comenzar a escribir esta nota son las 15:30 horas del viernes 22 de mayo de 2015 y desde La Habana, Cuba, ciudad que acoge las delegaciones de paz del gobierno colombiano y de las FARC-EP, hace tan solo 4 horas nos vimos obligados a declarar la suspensión de cese al fuego unilateral e indefinido como consecuencia del bombardeo en el que fueron masacrados 26 guerrilleros y dos más fueron capturados heridos.

8 días antes, el día 15 de mayo, en horas de la madrugada, partimos en 2 aviones desde el aeropuerto José Martí de La Habana, 6 integrantes de las FARC-EP rumbo a Colombia. La misión: visitar en el terreno, en los departamentos de Antioquia y los límites de Meta y Caquetá, las unidades guerrilleras que operan en esas áreas para explicar a los mandos y combatientes los avances del proceso de paz y los procedimientos a seguir en desarrollo del acuerdo sobre descontaminación del territorio de artefactos explosivos. Durante 5 días permanecimos en los campamentos, compartiendo con nuestros camaradas del alma, los pormenores del proceso y tratando de responder sus inquietudes acerca de lo que puede llegar a ser la realidad de una Colombia sin guerra. Como es de suponer, son muchos los interrogantes que tienen los guerrilleros al respecto; así que fueron 5 días de intenso pero gratificante trabajo, recompensado con creces con profundos abrazos, apretones de mano e infinitas expresiones de afecto y camaradería. Tampoco faltaron los sabores propios de la cocina guerrillera, tan entrañables a nuestro paladar. Los pobladores de ese rincón de Colombia, donde las Sabanas del Yarí se encuentran con la espesura de la selva, alertados de nuestra presencia por la llegada del helicóptero y enterados de que en 5 días estaríamos de regreso, no dudaron en preparar un sencillo pero significativo acto de recibimiento y despedida a los delegados guerrilleros y de los países garantes, Cuba y Noruega; del CICR y del gobierno nacional. Un cerrado aplauso recibe los delegados que llegan a recogernos el día 20 de mayo; para luego acompañarlos con un desfile encabezado por los niños del lugar, quienes levantan banderitas blancas donde se lee la palabra paz. Entre tanto, nosotros esperamos su arribo desde una casa ubicada en medio de la sabana, colmados de sentimientos encontrados por tener que partir de regreso a La Habana, dejando en esas tierras nuestros más caros afectos, vestidos de uniforme verde olivo. En una intervención improvisada, uno de los campesinos con la natural franqueza que los caracteriza, acierta al señalar que mientras el Presidente Santos anuncia a los cuatro vientos que Colombia será en los próximos años un país educado, la realidad es que este año no les han enviado el profesor de la escuela, por lo que los niños permanecerán sin derecho a estudiar un año más. Apenas dos horas después de anunciar nuestra decisión de levantar la orden de cese al fuego unilateral e indefinido; el Presidente Santos sale a responder diciendo que: “Estamos preparados para eso, pero insistiremos en la paz”; y agregó: “Nuestras Fuerzas Armadas están cumpliendo con su deber y con las órdenes”. No nos cabe la menor duda; así es y así seguirá siendo. Conocemos de sobra la arrogancia del poder. Seguramente a las sabanas del Yarí y demás regiones de la Colombia olvidada, el Estado seguirá llegando en forma de aviones con sus cargas mortíferas de 250 y 500 libras de explosivos. Lo que no llegará, serán profesores. Y es precisamente por esa realidad, que los colombianos que sentimos dolor de patria debemos seguir insistiendo en parar esta guerra; de lo contrario, esos niños que vimos desfilar, en unos pocos años, en lugar de banderitas blancas, levantaran un fusil para reclamar sus derechos. Honor y gloria a nuestros mártires.

Carlos Antonio Lozada Integrante del Secretariado de las FARC-EP.


Noticiero Barrio Adentro
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