Médico rural: el miércoles contra la crisis de la salud
Como médicos, más si nos encontramos en zonas lejanas, sabemos lo que es enfrentarse a un sistema inhumano cuyo objetivo para tener ganancias es el dolor, la enfermedad y la muerte de nuestros pacientes. Mientras nosotros con las uñas intentamos hacer frente a las problemáticas de salud, de la determinación social que afecta el proceso salud - enfermedad, a los resultados de un conflicto económico, social, político y armado cuya máxima expresión es la muerte por desnutrición de un niño; las EPS, de la mano con nuestros gobernantes se hacen de ojos ciegos ante una realidad que cada uno de los y las colombianas vivimos en el día a día.
Como profesionales de la salud debemos hacer frente a trabajar en condiciones indignas, sin poder brindar todo lo que nuestros pacientes requieren, en condiciones que han hecho que lloremos compañeros que dieron su vida tratando de llevar salud a los pueblos. Hacemos frente a los reclamos, angustias y enojos bien justificados, pero mal orientados, de nuestros pacientes quienes ven en nosotros la representación de ese sistema que los enferma y abandona, el mismo que odiamos nosotros; pero sin ser conscientes que la relación paciente- médico es lo más importante en nuestro desarrollo profesional y que de ir juntos a combatir este sistema, otro sería el resultado.
Vemos con impotencia el cierre y caída de nuestros hospitales; nos duele aún la pérdida de nuestro San Juan de Dios, insignia y cuna de la salud de nuestro país, apoyamos así sea desde nuestros sitios de trabajo, mediante el uso de redes o denunciando en el voz a voz la digna resistencia de nuestros compañeros del Valle para evitar el cierre de un gigante fundamental para la salud de la población del suroccidente colombiano como lo es el Hospital Evaristo Garcia, (de cariño "EL H:U:V para quienes tuvimos la fortuna de formarnos en el). Con la misma digna rabia que sentimos al ver como no aprueban una valoración de un bebé que viene con una malformación; de intentar con la tutela, con la queja, con la SuperIntendencia que al abuelo lo revisen antes de que se muera no de una insuficiencia cardiaca sino de un sistema enfermo. Esa misma rabia que denunciamos e intentamos atacar, aún faltando mucho para poder estar a la altura de los movimientos sociales de este país, y reconociendo la deuda que generaciones anteriores tienen con esta sociedad: las generaciones que dejaron morir al San Juan, las que permitieron la ley 100, las que desde la comodidad de sus consultorios olvidaron el juramento hipocrático y el "Curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre" y decidieron irse del lado de la mercantilización de un derecho vital.
Hoy, somos nosotros, no sólo los médicos, sino profesionales de la salud, pacientes, organizaciones sociales, pueblo; quienes tenemos el deber histórico de unir fuerzas, y de alzar una sola voz que exija la salud como derecho, un país donde nuestros niños no se mueran de cosas que sabemos curar, donde no tengamos cifras vergonzosas de muertes maternas, que el paseo de la muerte (el cual hemos vivido como médicos al lado de nuestros pacientes cuando, desesperados en una ambulancia esperamos nos abran las puertas para ser atendidos) no sea la historia del dia a día; un país donde no se tengan que hacer filas a las 4 am para pedir una cita que darán cuando ya no sirva, cuando la enfermedad sea irreversible o cuando ya no haya paciente.
Porque amo ser médica, porque a pesar de todos los embates escogería esta profesión una y mil veces más, porque soy orgullosa hija de la Universidad Nacional y tuve la fortuna de criarme en nuestro Evaristo sé que podemos tener una salud como la que merecemos, como la de aquellos países tan duramente criticados y señalados . una salud donde prime la vida sobre la muerte
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