En memoria de los 11 jóvenes asesinados en una masacre de limpieza social el 25 de julio de 1992
En memoria de los 11 jóvenes asesinados en una masacre de limpieza social el 25 de julio de 1992, cuando estaban departiendo en la esquina de sus casas en horas de la noche. "No olvidamos los sueños derrumbados por las balas”.
Antes de que amanezca, los habitantes de Ciudad Bolívar comienzan a bajar de los cerros hacia la urbe sembrada de luces titilantes. Vienen en colectivos destartalados o apretujados en los buses que bordean las lomas llenas de ranchos y de casas a medio terminar. Son construcciones de madera y ladrillo desnudo, levantadas en escalones junto a senderos de tierra que serpentean desde la base de la montaña. De ese sector provienen muchos de los albañiles que ayudan a construir edificios y casas en otras partes de la ciudad. De allí sale cada mañana un ejército de hombres y mujeres que trabajan en fábricas, empresas, casas de familia, restaurantes y oficinas; un enjambre de colegiales y, sobre todo, bajan los desempleados que viven del rebusque en las plazas de mercado, en las ventas ambulantes, en la Central de Abastos... en lo que salga.
DENUNCIA FRENTE A LOS HECHOS DEL 25 DE JULIO DE 1992 JOSÉ R. NAVIA 20 de septiembre de 1992
Ser joven dice el muchacho es un delito en Ciudad Bolívar. Las autoridades piensan que todos los pelaos son pandilleros, bazuqueros o subversivos. Los medios de comunicación han difundido esa imagen, y los grupos de limpieza hacen su trabajo. La muerte ronda En el parque adoquinado de Juan Pablo II y en sus calles ondulantes y pedregosas, varios jóvenes que trabajan en organizaciones comunitarias dicen haber sido amenazados por encapuchados días después de la masacre.
Una cosa es cierta: en Meissen, San Francisco, Juan Pablo II, Jerusalén, Villa Gloria y otros barrios rondan camperos y camionetas con los vidrios polarizados. Jóvenes de San Francisco, Juan José Rondón y Jerusalén dicen haber visto civiles armados de metralletas a altas horas de la noche. Y en la carretera que une a San Francisco con Villa Gloria dos mujeres dicen haber visto encapuchados en moto.
Para completar ese panorama hace un mes salió a la luz pública un grupo de Milicias Populares. Sus integrantes, armados y encapuchados, dijeron frente a las cámaras de un telenoticiero, ser una respuesta a los continuos asesinatos de jóvenes en la zona. Esa organización se autoproclamó defensora de la comunidad y afirmó estar formada por amas de casa, vendedores de chance y otros vecinos comunes y corrientes que están cansados de ver morir a sus familiares.
En Ciudad Bolívar, sin embargo, se dice que el grupo tiene vinculaciones con la Coordinadora Guerrillera y que estaba en formación desde hace más de un año. Incluso se habla de que en la zona se está gestando otro grupo de características similares, y que se ha incrementado el mercado ilegal de armas. Lo más grave de esta situación es que algunas personas afirman que las milicias populares buscan una aproximación con las organizaciones comunitarias. Uno no está de acuerdo con su política (la de las milicias), pero tampoco nos podemos dejar matar indefensos. El que habla es un muchacho de unos 17 años que trabaja desde hace cinco con un grupo juvenil.
Hace unos cuatro o cinco años los grupos de limpieza comenzaron matando solo viciosos dice. Pero en los últimos dos años han asesinado varios líderes comunitarios y muchachos vinculados a grupos juveniles. Una de estas víctimas fue Javier Daniel Reyes, miembro del grupo de catequesis de Juan Pablo II, asesinado en mayo de 1991. Un diagnóstico de la Unidad de Organizaciones Cívicas del sector, entregado el pasado 16 de julio al alcalde Jaime Castro, junto con un pliego de peticiones, dice que más de 300 jóvenes fueron asesinados en Ciudad Bolívar entre 1990 y 1991, sin que la justicia haya encontrado culpables en casi todos los casos. La Unidad de Organizaciones Cívicas está integrada por unas 65 agrupaciones entre juntas de acción comunal, grupos juveniles, madres comunitarias, gente de la tercera edad, educadores y padres de familia, entre otros.
En memoria de:
Luis Alberto Alvarado Quintero, 14 años. -Adriana Castellanos García, 16 años. -Henry Mauricio Patiño Rincón, 16 años. -Marvín Márquez Antolínez, 17 años. -Alexander Vargas Díaz, 17 años. -Luz Miriam Rojas, 23 años. -Rosabel Jiménez, 55 años.
-Jorge Iván Sánchez Ríos, 21 años. -Luz Marina Rodríguez, 25 años. -Adriana Rodríguez, 11 años.