¿Qué será de Bogotá?
Esa pregunta nos la hacemos todos cada vez que escuchamos al nuevo alcalde Mayor de Bogotá. Entre expectativas y temores vivimos los habitantes de la ciudad.
Enrique Peñalosa, alcalde por segunda vez, no solo rompe con una tradición de 12 años de alcaldías de izquierda, también lo hace con los modelos de ciudad proyectados. Hasta el año pasado, Bogotá se había enfocado en resolver los problemas de la ciudad desde lo social, para ello de había implementado políticas públicas que vinculaban a los sectores marginados, buscando garantizar los derechos básicos.
Esta nueva alcaldía se enfoca en el espacio público, las vías y el transporte; pero en los apenas 14 días de administración ha dejado atónito a más de uno cuando refiere a lo que es prioridad y cómo lo implementará. Desde el primer día de su administración habló de los "beneficios" de la privatización de las empresas públicas, ha mencionado en varias ocasiones la posibilidad de vender la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá ETB, ha dicho además, que cerrará la empresa de aseo Aguas de Bogotá, una empresa filial del Acueducto de Bogotá; generando así un detrimento en el patrimonio público, afectando el bolsillo de los ciudadanos, que seguro sentirán alzas por la prestación del servicio y sobretodo dejando en vilo a los empleados que para el caso de Aguas de Bogotá, en su mayoría pertenecen al sector de los recicladores y que sienten en peligro su estabilidad laboral.
El tema no para allí, pues el alcalde ha dicho, también, que su prioridad es la movilidad y por lo tanto no reabrirá el Hospital San Juan de Dios, aun cuando la anterior administración dejó equipado el centro de salud con miras a una apertura pronta. Peñalosa agregó, que los recursos en tema de salud son escasos. Sumado a lo anterio, habló de la implementación de un impuesto que sería usado para temas de seguridad, del cual no se ha explicado mucho pero que los contribuyentes sienten, desde ya, como una asfixia.
Pero lo que más ha generado polémica ha sido el tema del transporte público, el metro tendrá tramos elevados en el sur y subterráneos en el norte, según sus planes, se harán nuevamente estudios para la implementación del mismo, y con ello se cierra la posibilidad de usar tranvías como conectores entre Bogotá y Cundinamarca y que la carrara Séptima tendrá una nueva fase de Transmilenio que iría desde la calle 34 hasta la calle 180; incrementará el costo del pasaje en Transmilenio, y gastará un billón de pesos para reparar las losas de la troncal Caracas y Autopista Norte (losas que debían durar 20 años pero en menos de 15 han tenido un sin numero de reparaciones, a cuenta que el señor Peñalosa como alcalde en el 2000 hizo malos negocios).
La preocupación con todo ello es perder dineros públicos por los caprichos de un alcalde que con tal de no continuar con los proyectos de las anteriores administraciones ha decidido cambiarlo todo, priorizando sólo corredores viales hacia el norte, posponiendo las soluciones de movilidad que desembotellaban el sur de la ciudad, afectando la economía de los ciudadanos con más impuestos, pero sobretodo creando políticas que no tienen en cuenta a los habitantes del sur de la ciudad que en su mayoría son los pobres. Es entonces para nosotros los pobres, ya, en apenas 14 días: una administración desafortunada.
Adriana Ramírez
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