top of page

Lo que va de Goyeneche a Peñalosa

“Para hacer un rico cada día en cada cuadra, a diario se escogerá un individuo pobre que habite en una manzana de la ciudad. Los demás habitantes, sean quienes fueren, le darán al seleccionado un peso. Así el desdichado compatriota saldrá de sus necesidades inmediatas. Al día siguiente otro será el favorecido con el peso general, y con el tiempo todos seremos ricos por igual”, consignaba animosamente el Doctor Augusto Goyeneche en uno de sus programas, que según cuentan alcanzaba a reunir 4.000 propuestas básicas para solucionar los problemas más acuciantes de su triste patria y con los que en el lapso de 20 años hubo de lograr la proeza de obtener 2.562 votos, rebasando sus doce tristes votos, plataforma inicial de su alucinante, quijotesca e inacabable carrera hacia la presidencia.


Este hombre nacido en Socha Boyacá a finales del siglo XIX ha sido retratado de diversa formas: como un representante típico de la cachaca década de los 50, según Ernesto Vidales; el único político apolítico genuino, al decir del escritor Andrés Ospina o un demente elocuente que inicio la tendencia de dilapidar recursos en campañas rimbombantes, describió en su momento Roberto Pombo. Eso sí, cada cual a su modo destaca el privilegiado lugar en la historia, ganado a pulso por el Doctor, en tanto icono de la honestidad, coherencia y transparencia, valores esquivos en el abolengo avasallante de nuestra farándula elite. La antítesis moral de los lleras, Santos, Rojas. Un alfabetizador pleno o, evocando sus auto referencias, “el único educador político de nuestra patria”.


Entre las muchas tesis de Goyeneche que se volvieron célebres están la pavimentación del río Magdalena para convertirlo en una autopista que cruzara el país de arriba abajo; la construcción de una gran marquesina sobre Bogotá para protegerla de las inundaciones; la promesa de que durante su gobierno todas las carreteras se harían en bajada para ahorrar combustible, y la colocación de un inmenso paraguas metálico sobre el canal de Panamá como protección contra un eventual bombardeo. Sencillas acciones que conducirían a un país desarrollado y equitativo, que no tuvieron eco porque a su entender “la mezquindad de la clase gobernante es incapaz de ver un humilde servidor entre sus huestes”; razón por la cual el Sísifo de la 45 no divisó la cumbre, llevándolo inclusive a contemplar, dado el espíritu de su época, la lucha armada como opción para llegar al poder, tal como lo hizo su entrañable amigo Camilo Torres Restrepo.


Interpretando las declaraciones, desde su timorata campaña, emitidas por el alcalde Enrique Peñalosa deduzco que las aspiraciones de Goyeneche estuvieron siempre desenfocadas. Sus atributos lo calificaban perfectamente para dirigir las riendas de Esta desbordada Ciudad. Aunque nos bombardearon con la imagen de un curtido administrador y un técnico excepcional, las propuestas que seguramente materializará en su plan de desarrollo “Bogotá mejor para todos”, parecen extraídas del manual de buen gobierno del pintoresco personaje de los 50. Urbanizar una reserva forestal y entubar los cerros orientales para adaptar la ciudad al cambio climático, desarrollar planes de expansión sobre planicies inundables, reductos de humedales, y diseñar un malecón en el Borde del rio Bogotá para valorizar sus predios deja en entredicho sus ufanada y ególatra efigie de apolítico-político; Su estrategia de movilidad pivoteada por el modelo Transmilenio, a despecho de la construcción eficiente de la primera línea del metro, moldea más un prototipo de tecnócrata improvisador que el de un gerente desapasionado; un gabinete conformado por delfines, algunos con un rosario de inconsistencias en sus hojas de vida, evidencia un criterio clientelar antes que administrativo.


Así las cosas lo que va de Goyeneche a Peñalosa no es más que la fina línea entre la burla y la tragedia. Al primero lo vitoreaban estudiantes ociosos, críticos de la clase política tradicional y jocosos profesores, al segundo lo secunda una casta que para conservar sus privilegios socava la capacidad de resiliencia de la estructura ecológica regional y profundiza un modelo socio-económico y espacial profundamente segregador. Al primero votaría, al segundo revocaría.

Noticiero Barrio Adentro
Contáctanos
  • Facebook Social Icon
  • Twitter Social Icon
  • YouTube Social  Icon
bottom of page