Sin importar lo sucedido
Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad
Bertolt Brecht.
A pesar de los resultados del día dos de octubre, los jóvenes colombianos nos encontramos aun esperanzados
con la construcción de paz, consideramos que no nos han derrotado, sabíamos las condiciones de indiferencia que recorre nuestro territorio, sobre todo en las ciudades de Colombia, pues allí, se dice, que no se sabe qué es la guerra y no se ha vivido en carne propia.
Nosotros por el contrario sabemos que como jóvenes organizados y militantes, quienes hemos asumido una vida en la que estamos en constante lucha y búsqueda por un cambio con la certeza del amor, somos conscientes que la guerra en las ciudades sí se siente, está más latente que nunca en estos días, y nos cobija una larga noche que algunos no quieren que cese, unos pocos quieren sembrar vientos y recogerán tempestades, las masas tempestuosas de pueblo humilde que sale a las calles a exigir y legitimar la necesidad de la paz ya.
No consideramos necesario pedir disculpas a nuestros campesinos, a las mujeres y nuestros miles de jóvenes que sufren la violencia y crecen en escenarios de odios instaurados por unos o por otros, sea por las ideologías o porque tocó. Por el contrario les decimos: tranquilos, más aun debemos mantener la fuerza y la unión, pues ya viene la hora de la paz por más que intenten entorpecer este proceso de 4 años, sabemos que ya existe una voluntad de paz certera por parte de la guerrilla de las FARC-EP, gesto invaluable de honestidad y amor para decirle ¡no más! a la guerra. Hoy sabemos que solo perdió la mínima parte de la sociedad que se niega a entender que la única vía que nos queda es la del diálogo.
El pasado cuatro de octubre el asesor jurídico de la insurgencia, Enrique Santiago Romero, abogado español quien ha sido un constante activista y luchador por la justicia social, mencionó en una entrevista realizada en BLU Radio, que lo acordado en La Habana entre el Gobierno y las FARC-EP, además de ser un acuerdo con enormes alcances en reconciliación, reparación y no repetición, haciendo incluso hincapié en la Justicia Especial para la Paz (JEP) como elemento imprescindible dentro de lo acordado y un eje de cambio para el país, también comentó que dicho documento firmado en Cartagena cuenta con el aval jurídico para ser implementado, ya que es una política pública del Estado.
Frente a la coyuntura del plebiscito, Enrique Santiago argumenta que dicho mecanismo simplemente es un medio de legitimidad política, más no jurídica; ello implica que la desidia vivida durante los primeros días después de la votación, es tan solo un problema político que requiere soluciones políticas, alternativas a las cuales el Centro Democrático no ha sabido responder contundentemente, además de ser un grupo de oposición autoexcluido ren reiteradas ocasiones durante los 4 años que duraron las negociaciones en La Habana, lo cual le quita peso a su actual exigencia de participación en la reformulación o aportes al actual acuerdo de paz.
Asustados deben estar los que creyeron que votando NO “derrotarían a las FARC”, por el contrario, se puede decir que se han dado por notificados que dentro de esos “terroristas”, como los llaman, existe una fuerza política que no dará su pie a torcer, que tiene claro que como pueblo comprendemos el anhelo de paz de los sectores donde ha estado presente el conflicto y que ha dejado víctimas, quienes también respaldan profundamente y piden a gritos ¡Queremos PAZ!
Nosotros respondemos a estos clamores de paz asegurándoles que defenderemos nuestro derecho consagrado en el artículo 22 de la constitución política: la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento, y que sepan esto aduladores de la guerra, que los jóvenes estamos en busca de este derecho y lo llevaremos hasta las últimas consecuencias en las calles, en movilizaciones y con todo nuestro arsenal de ideas. Porque ése es el único arsenal al que le apostamos, las ideas en pro de la construcción de la paz.
Una paz que sabemos el pueblo requiere para la construcción de una mejor sociedad donde quepamos todos sin discriminación, sin indiferencias, con el corazón en la mano y la mochila cargada de esperanzas por la patria grande que soñó Bolívar y la unidad de los pueblos latinoamericanos.