Hip Hop al parque 2016 (II) cosas de política
“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de las medicinas, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.” Bertolt Brecht
Dentro del Hip hop bogotano existen diversas corrientes de pensamiento. Lamentablemente, dentro de ellas, sobresale una que pregona que el Hip hop y la política no deben tener vínculo alguno, ignorando que la cultura a la que pertenecemos tiene un origen político inocultable. De esta ignorancia acomodada a los intereses particulares, surgen las posturas incoherentes de “no ser dependientes del Estado” para desarrollar iniciativas y proyectos, pero sí de seguir arañando recursos públicos, seguirle “picando la torta” a las entidades gubernamentales para que les suelten algo, discretamente. Es decir, un día se ponen la camiseta de la autogestión y al otro día la de la Alcaldía, o la de Idartes. Para muchos de ellos, en su mirada superficial de la realidad política del país y la ciudad, todas las alcaldías son iguales, “todos los políticos son iguales”. Aunque en principio podrían tener razón, les falta bastante profundidad para analizar la gestión de cada administración y el lugar que ocupa la cultura, y en particular, el Hip hop en su agenda política.
tomada de: www.hiphopalparque.gov.co
Todos rememoran con nostalgia aquel magnífico cartel del XII Festival Hip Hop al Parque en 2008: Nach, Psycho Realm, Violadores del Verso, Immortal Technique, La Etnnia. ¿Quién era el alcalde para ese entonces? Samuel Moreno Rojas. El segundo alcalde que el Polo Democrático había logrado en Bogotá, después de Luis Eduardo Garzón. ‘Lucho’ había subido a la alcaldía, sucediendo a Antanas Mockus; Mockus había sido alcalde de 1995 a 1997, año en el cual renunció al puesto para aspirar a la Presidencia de la República. Se convocaron elecciones, en las que ganó Enrique Peñalosa, al cual le bastaron sólo dos años (1998-2000) para desarrollar un proyecto nefasto de ciudad, en el que se destaca el fracasado proyecto de Transmilenio y la improvisada y forzada eliminación del ‘Cartucho’, que desembocó en el surgimiento del ‘Bronx’, al que hace poco le aplicó la misma fórmula fallida, generando más problemas de seguridad e incumpliendo su objetivo de combatir la delincuencia y el narcotráfico en el centro de Bogotá.
Volvamos a Samuel Moreno. Su alcaldía fue ensuciada por cuenta del ‘carrusel de la contratación’, en donde fue pieza clave en la adjudicación de contratos y licitaciones a cambio de favores políticos, a lo que se suma un desfalco de recursos públicos. La izquierda en Bogotá venía bien hasta aquí. Gustavo Petro, desligándose del Polo y dando nacimiento al Progresismo, ganó las elecciones en 2011. En su administración, particularmente, puede decirse que fue cuando hubo más apoyo institucional al Hip hop: no sólo por la inmensa tajada de recursos que se le otorgó a la escena local, sino también por la vitrina que tuvo el Hip hop en toda la movilización de 2013 frente a la destitución de Petro, o el impulso educativo que se le dieron a los cinco elementos en el proyecto CLAN (Centro Local de Artes para la Niñez y la Juventud). Sin embargo, Gustavo Petro cometió un gran error con el Hip hop bogotano: creyó que dándole recursos abundantes y protagonismo en el escenario político de 2013 ya se lo había ganado para la lucha por una ciudad democrática y equitativa. Se equivocó. Ignoró que el movimiento bogotano está gobernado por el individualismo y el particularismo, que no existe unidad de acción entre las corrientes más fuertes del mismo y que muchos de los líderes del movimiento poseen un preocupante analfabetismo político, una ceguera que no les deja anticiparse al futuro y construir un programa colectivo de reivindicaciones y banderas con las que puedan sentarse a dialogar frente a las instituciones. Pecó de ingenuo creyendo que en el Hip hop no había corrupción y que “esa platica no podía perderse”. Si el Hip hop bogotano tuviera de verdad una visión clara de ciudad donde se privilegiara el bienestar de los barrios marginales y periféricos, que es donde él mismo nace y crece, Peñalosa no habría ganado. Pero el Hip hop no votó, ni invitó a votar: se quedó haciendo pereza ese domingo, quizás con la resaca de la fiesta del sábado en la noche. Seguramente creyó que Peñalosa era lo mismo que Petro, lo mismo que Samuel Moreno, lo mismo que Lucho Garzón, lo mismo que la candidata de la izquierda para 2015, Clara López. Y por eso, sufrimos y sufriremos tal vez hasta 2019, una alcaldía en donde la cultura es una cosa residual, algo de poco valor en el proyecto de ciudad ‘Bogotá Mejor para Todos’. Da cuenta de eso la desfachatez de Peñalosa de haber sugerido la unificación de tres festivales en uno (Jazz al Parque, Salsa al Parque y Colombia al Parque), menos mal se retractó.
Finalizo aclarando dos cosas: cuando hablo del Hip hop bogotano, lo nombro a propósito como un todo, para criticarlo en su conjunto, pero sin desconocer el valiosísimo trabajo que muchos y muchas realizan en la educación, unión y desarrollo de la escena local, con objetivos políticos claros y sin manchas en su hoja de vida. Desearía que ese trabajo sincero y comprometido, pudiera jalonar toda esa corruptela, envidia y apatía que hay en el movimiento bogotano. Segundo, mi crítica lleva detrás una propuesta que esbozaré en la tercera y última parte de esta editorial.