Revocatoria al mal gobierno
Peñalosa representa el modelo de ciudad contrario a los derechos ciudadanos, su modelo de desarrollo urbano representa a constructores y especuladores del suelo, busca imponer un modelo de ciudad excluyente, orientado a los negocios, la generación de rentas del suelo para particulares, la inversión de capital y la obtención de utilidades económicas privadas.
¡ABAJO EL MAL GOBIERNO! ¡ABAJO LA ROSCA! ¡ABAJO EL MANZANILLISMO!, gritaban las multitudes aquella tarde del 6 de junio de 1929, una de esas tardes ya comunes en aquellas semanas de manifestaciones contra el gobierno de la “rosca”, nombre que recibía el selecto grupo de administradores de lo público que por aquel entonces eran nombrados directamente por el Gobernador. El plural acuñado por la ciudadanía para dichos grupos que manejaban la administración, los recursos y los nombramientos a su acomodo fue “manzanillismo”. De allí las consignas que se gritaban en calles y plazas en ese memorable junio de 1929.
Entre 1925 y 1930 Colombia se endeudó de manera exorbitante. Los recursos de la “indemnización” por la cesión de Panamá, así como los provenientes de los créditos, fueron utilizados para el desarrollo de infraestructura y grandes obras para el acondicionamiento de Bogotá y del país a la inversión extranjera. De allí que cargos como el de alcalde, obras públicas y gerente de tranvía eran los más apetecidos por la “rosca”. Los jefes de la “rosca” tenían un gran poder y extendían sus alcances a la industria, la empresa privada y la inversión extranjera. Fue a esta rosca y al manzanillismo a los que la ciudadanía se enfrentó en las calles por aquella época. El detonante, la destitución de Luis Augusto Cuervo, quien había sido nombrado por el gobernador Melo como alcalde de Bogotá. Su pecado, no pertenecer a ninguna rosca. Es así como, debido a la presión de los poderes del manzanillismo, el gobernador decide el 5 de junio destituir al alcalde Cuervo y nombrar en su lugar a Alfredo Ramos Urdaneta, máximo representante de las “roscas”. Las protestas estallan en Bogotá, en el Jockey Club y el Gun Club se organiza la oposición al mal gobierno, en las universidades se preparan las protestas e inicia la caída de la “rosca”.
Durante los días siguientes, los cafés, las plazas, las universidades y las calles serían escenarios de debate y de denuncia contra la corrupción, el nepotismo y las mafias que tenían secuestrada la Alcaldía de Bogotá, y se conformaría un frente cívico y estudiantil para tumbar al mal gobierno. La represión no se hizo esperar; el 7 de junio a eso de las diez y treinta de la noche Gonzalo Bravo Pérez, estudiante universitario, caería asesinado en la carrera octava con calle novena; su muerte marca el inicio de la conmemoración del Día del Estudiante y significaría la caída de las “roscas” el 8 de junio de 1929. Su sangre fue no solo el acta de defunción del mal gobierno de Bogotá, también contribuyó a la caída del régimen conservador.
Esta es nuestra historia, un fragmento de la violencia que ha invadido la política del país y de la cual hoy con esperanza empezamos a dejar atrás. Hoy nos enfrentamos nuevamente a las “roscas”, al “manzanillismo” y al “mal gobierno”, a las mafias que gobiernan a su acomodo, a un alcalde que promete el metro y desconoce sus estudios, que privilegia Transmilenio, como en aquel tiempo al tranvía, que pretende urbanizar nuestra escasa riqueza ambiental en pleno cambio climático, que pone en riesgo la salud de los bogotanos fusionando hospitales y acabando la red pública, que maneja a su antojo los negocios de la ciudad privatizando la ETB y la EEB, que aumenta impuestos y tarifas de transporte. No es gratis que este alcalde, el señor Enrique Peñalosa, tenga los peores índices de aprobación de alcaldes en el país. Nos enfrentamos a una importante decisión: perdemos Bogotá para el futuro o la salvamos del mal gobierno.
Peñalosa representa el modelo de ciudad contrario a los derechos ciudadanos. Su modelo de desarrollo urbano representa a constructores y especuladores del suelo. Busca imponer un modelo de ciudad excluyente, orientado a los negocios, la generación de rentas del suelo para particulares, la inversión de capital y la obtención de utilidades económicas privadas. Las medidas económicas iniciadas para cubrir el déficit presupuestal del Plan de Desarrollo han implicado el recorte del gasto público social, el despido de miles de trabajadores, la venta de las empresas de servicios públicos, el endeudamiento de la ciudad con la banca mundial, el aumento de la carga de impuestos a los ciudadanos sumado a las estrategias de asociación público-privada que benefician a los particulares en cada uno de los proyectos de inversión y gestión en la ciudad. Y, por si fuera poco, están aupadas por la mentira. Peñalosa primero mintió sobre sus títulos y luego mintió a los ciudadanos con su Plan de Desarrollo. Desconoció la voz, la participación y el concepto de los ciudadanos, tal como ocurrió con el Consejo Territorial de Planeación Distrital (CTPD), organismo que fue irrespetado al punto de presentarle un Plan de Desarrollo diferente al que luego presentó para la aprobación en el Concejo de Bogotá.
Así que mientras algunos se debaten con una falsa moralidad sobre la posibilidad de revocar a Enrique Peñalosa, éste continúa llevando a la ciudad, a nuestra amada Bogotá, hacia un precipicio del cual dudo mucho nos podamos recuperar con facilidad. La revocatoria del mandato es un derecho político que tenemos los ciudadanos, una forma de participación ciudadana, un mecanismo que permite el ejercicio pleno de la ciudadanía, ese que tal vez hizo tanta falta en el 29, o ese que hará tanta falta para construir la paz real. Recordemos que los gobiernos no son legítimos únicamente por el hecho de ser elegidos, también deben serlo por la aplicación de políticas públicas acordes a las necesidades de los ciudadanos y acordes a su plan de gobierno. Ha llegado el momento de la ciudadanía, el momento de tumbar a la rosca y al mal gobierno. A Peñalosa lo debemos revocar.
Referencias
Medina Gallego, Carlos. 8 y 9 de Junio Día del Estudiante – Crónicas de Violencia 1924-1954. Ediciones Alquimia 2004.