Presión de hinchas del Rayo saca a Zozulya: En Vallecas no hay lugar para fascistas
Una polémica situación se ha vivido en el Rayo Vallecano, emblemático club que actualmente milita en la segunda categoría del fútbol español. Todo, debido a la contratación del futbolista Roman Zozulya, confirmada sobre el cierre del mercado de pases europeo y que luego tuvo que echarse atrás por diferentes movilizaciones de la Plataforma ADRV y de la hinchada Bukaneros.
La situación se desató una vez fue oficializado el préstamo de Zozulya desde el Betis. ¿El motivo? El vínculo del futbolista con la ideología ultranacionalista ucraniana y su cercanía al batallón Azov, grupo paramilitar que ha jugado un importante rol delictivo y génocida, tras el golpe de Estado en Ucrania.
La Plataforma ADRV, que agrupa a peñas del Rayo, manifestaron además su oposición a través de un comunicado titulado: En Vallecas no cabe el fascismo. “Ridículo tras ridículo. Cuando parece que nada puede sorprendernos en este club siempre llega otra bofetada a nuestros valores e historia: entre los miles y miles de jugadores que hay en el mercado deciden fichar a un reconocido neonazi como Zozulya”, rezaba el comunicado.
El jugador, en palabras de los aficionados, “ha empuñado armas, ha donado dinero a los batallones fascistas, luce sus símbolos y ha manifestado su apoyo a la ultraderecha del país, para quien es un símbolo”.
En torno a la situación, Rafa Cabeleira, columnista de un periódico español, plantea el caso de Zozulya, de la siguiente manera: “Una de las cosas que más me llama la atención entre los nuevos seguidores de la ultraderecha moderna es que ninguno de ellos se considera a sí mismo un nazi o un fascista. Si se les pregunta por este extremo, es muy probable que reconozcan como propias las mismas causas y motivaciones que dichos movimientos, que admitan cierta admiración por algunos de sus líderes históricos e incluso presuman de fotografías posando junto a símbolos y banderas del citado signo. Sin embargo, a la pregunta concreta sobre si son o no una suerte moderna de fascistas, de nuevos nazis, todos contestarán automáticamente que no: ellos son otra cosa. Roman Zozulya es un buen ejemplo de esto. A lo largo de su carrera, desde que los focos de las cámaras comenzaron a fijarse en él por su condición de deportista de élite y personaje público, el futbolista ucraniano ha dado pistas suficientes para poder intuir su ideología, sus filias y sus fobias, sus obsesiones. El comunicado dirigido a la afición del Rayo Vallecano, en un intento desesperado por lavar su imagen y reconducir la situación, es un compendio del habitual manual negacionista de quien no es capaz de reconocerse a sí mismo como lo que realmente es. Habla Zozulya de ultranacionalismo, de la causa de la patria, de la defensa de los más desfavorecidos, de los niños… Habla, en definitiva, de las mismas cosas que suele repetir en cada entrevista la lideresa de Hogar Social Madrid (okupa neonazi), Melisa Domínguez, quien a la pregunta lógica y habitual sobre si es o no una neonazi, siempre responde que no, que ella es otra cosa”.
Los comunistas de Ucrania agradecen a los aficionados del Rayo Vallecano con una emotiva carta
Compañeros. Nosotros, los comunistas ucranianos de la Unificación Borotba, expresamos nuestro agradecimiento por vuestra posición de principios con respecto al futbolista ucraniano Roman Zozulya.
Efectivamente, R. Zozulya es un nacionalista ucraniano que nunca ocultó sus convicciones, ya que en Ucrania actual esto sólo le ayudó en su carrera. El apoyó el golpe en Kiev, en el cual los hinchas de extrema derecha de los equipos del fútbol ucraniano formaban parte de los grupos de choque. El club de futbol “Dnepr” al que pertenecía Zozulya es propiedad de uno de los mayores capitalistas ucranianos, Igor Kolomoisky, quien subsidió a los hinchas neonazis, responsables de la matanza del 2 de mayo del 2014 en Odessa y otros numerosos crímenes sangrientos.
Zozolya todos estos años apoyó la guerra contra el Donbass, haciendo colectas para el ejército y los batallones nacionalistas. Se filmó en el video promocional del batallón “Azov”, ampliamente conocido por su ideología nazi y racista, que ahora forma parte del Ministerio del Interior. Vadim Troyan, uno de los líderes del “Azov”, dirige actualmente la policía nacional. En este video Zozulya llama a continuar la guerra hasta la victoria final.
También tomó parte en el acoso y persecución del conocido veterano del fútbol ucraniano Victor Leonenko. Después de enterarse que Leonenko criticó su juego en un partido, Zozulya publicó en su Fb una foto de Victor con la cinta de San Jorge – símbolo de la Victoria en 1945 – acompañado de la pregunta ¿porqué no es movilizado al ejército? Y por último: Zozulya nunca ocultó sus simpatías por S. Bandera – líder de los colaboracionistas de OUN, fieles admiradores de la dictadura de F. Franco.
La izquierda ucraniana conoce y respeta la historia de “Rallo Vayecano”, un club con tradición de espíritu de clase del conocido barrio obrero de Madrid. Sabemos que los aficionados del “Rallo” durante muchos años desarrollaban iniciativas sociales y brindaban solidaridad y apoyo a los que luchaban contra la explotación y discriminación, así como rechazaban a los nazis en las calles de la capital.
Vuestro acto, que puso en su lugar a R. Zozulya, tiene mucho significado para los comunistas ucranianos que resisten al régimen más derechista de Europa actual. Después del Maidan las organizaciones comunistas fueron perseguidas y brutalmente excluidas de la legalidad política. Algunos militantes fueron asesinados, los locales de los partidos destruidos, muchos activistas detenidos y maltratados, otros fueron víctimas de los ataques de la extrema derecha, muchos tuvieron que abandonar el país o pasar a la clandestinidad.
La ley de la “descomunización” permitió oficialmente ilegalizar los partidos comunistas, la simbología de izquierdas y la misma ideología como tal. Miles de los monumentos de la época soviética de gran valor histórico-cultural fueron destruidos. En el centro de Kiev fue vandalizada la tumba colectiva de los obreros de la fábrica “Arsenal”, asesinados por los nacionalistas durante la revolución. Se cambiaron los nombres a centenares de calles, plazas, ciudades y pueblos que llevaban nombres de destacados revolucionarios y partizanos antifascistas.
Las reformas neoliberales y el monstruoso aumento del costo de productos y servicios, consecuencia de los préstamos usureros del FMI, han arrojado a millones de personas a la miseria y a la migración. Irónicamente, el club “Dniepr” donde jugaba Zozulya pronto se va a cerrar, ya que su dueño, el oliigarca Kolomoisky (que aumentó su fortuna gracias a la guerra civil) no quiere pagar sus deudas, incluidos los entrenadores españoles.
Estas son las consecuencias del poder de los nacionalistas. Vuestra protesta contra el reaccionario Zozulya ayuda en la lucha contra este régimen. Los nacionalistas ucranianos están indignados con vuestra actitud – los mediass de la derecha presentan a los aficionados del “Rallo” como agentes de Muscú y gente inculta e ignorante de un arrabal obrero, influenciada por la propaganda comunista. Pero hay mucha gente que comprende que en España muchos ven en la protesta contra Zozulya una sonora bofetada al extremismo y el rechazo al chovinismo y militarismo.
Somos conscientes que sobre vosotros hoy se ejerce una enorme presión. Se hace uso de la calumnia y distorsión de los hechos, se intenta camuflar la ideología real de Zozulya y presentar a los “Bucaneros” como delincuentes peligrosos – cuando es el régimen ucraniano quién llegó al poder gracias a los hinchas de la extrema derecha que asesinan y violan en la guerra del Donbass. Comprendemos, que los propietarios de vuestro club piensan en su beneficio y que se unirán a esta presión junto a los capos de la asociación de la Liga del fútbol y la prensa, que miente sobre los hechos de la tragedia ucraniana. Pero estamos convencidos que vuestra justa causa, que es observada por toda la afición antifascista europea, triunfará.
¡Abajo el chovinismo, racismo, clericalismo y el capitalismo! ¡Viva la República! ¡No pasarán!