Construyendo feminismo propio: teoría y práctica
En una coyuntura nacional y mundial, que enfrenta los anhelos de paz de multitudes y pueblos a la violencia hegemónica contra los de abajo, particularmente hacia las mujeres, urge construir un feminismo propio. Un feminismo digerible, que sea entendido y apropiado por las mujeres campesinas, trabajadoras, indígenas, afrodescendientes, estudiantes, académicas, lideresas, y además que sea construido por ellas y nosotras. También que sea necesariamente comprendido y apropiado por los hombres que son quienes deben educarse para no acosar, no violentar, no violar, no matar.
Para encontrar esas bases de un feminismo propio y raizal fue que nos dimos cita el 7 de abril de 2017, con Judith Simanca Herrera, el nombre de pila de ‘Victoria Sandino’, integrante de la Delegación de las FARC-EP en la Mesa de La Habana y encargada de la Subcomisión de Género. Queríamos escuchar por boca de ella cuál es ese feminismo propuesto por la guerrilla más antigua del mundo, así como conocer qué encierra el enfoque de género que trae el Acuerdo para subsanar las heridas que la guerra, en todas sus dimensiones, ha dejado en las mujeres colombianas.
Entra al salón, nos presentamos, se presenta ella. Victoria es la mezcla de la alegría y la robustez de la mujer costeña, cordobesa. Empiezan a surgir las preguntas, las inquietudes, tantas dudas por aclarar aprovechando la presencia de alguien con tanto por decir y contar. Luego vienen las respuestas.
Ella empieza contando que la experiencia de reivindicar los derechos de las mujeres comenzó cuando las FARC-EP empezaron a ejercer control en algunas zonas del país, reemplazando al Estado. Entre las atribuciones y competencias que tuvieron, se destacaba la resolución de conflictos, colectivos, familiares, conyugales y personales. En dicha resolución, actuando como conciliadores y mediadores, empezaron a promover el reconocimiento de aquellos derechos de la población femenina y rural. Sin embargo, en la tradición agraria estaban condensados muchos principios y conductas machistas que subordinaban a la mujer a los espacios privados y a las labores domésticas, relegándolas a responsabilidades y cargos difícilmente públicos y representativos en el escenario rural.
Otra era la condición de la mujer guerrillera: en la guerra hombres y mujeres son iguales. “El enemigo bombardea y persigue por igual a guerrilleros y guerrilleras”, apunta Victoria. Nos cuenta la forma en que, en las labores de la cocina, del entrenamiento y de las acciones militares, hombres y mujeres asumían las mismas tareas. Allí, la mujer fariana descubrió y asumió que su cuerpo no tenía mayores limitaciones que el del hombre: cargaba los mismos pertrechos, andaba las mismas distancias, dormía las mismas horas, comía las mismas raciones.
Pero la realidad del grueso de la sociedad colombiana, incluso donde las FARC-EP tenían fuerza y asidero, era distinta: las mujeres eran degradadas, maltratadas e invisibilizadas. “Empezamos entonces a estudiar”, relata Victoria. Las guerrilleras empezaron a buscar fuentes teóricas que les brindaran luces sobre aquella palabra, un poco desconocida y hecha tabú en la organización insurgente: el feminismo. Igualmente, establecieron contactos con organizaciones de mujeres y con intelectuales feministas que perfilaran este camino formativo y pedagógico. Se encontraron entonces con un abanico de teorías feministas de allá y de acá, con el que pudieron aclarar ideas y cuestiones sobre el género. Y así como se hizo dentro de las FARC-EP con el pensamiento bolivariano, las mujeres insurgentes decidieron arraigar su feminismo a las condiciones y experiencias de Colombia y Latinoamérica.
Victoria lanza al aire reflexiones y retos. Nos cuenta que incluso en el combate tuvo la percepción de que las mujeres eran más medidas, cautelosas, enfocadas y responsables que los hombres. En palabras de ella, los guerrilleros eran más “asoma’os”, más envalentonados, pero por eso menos cuidadosos con su vida y menos responsables en las campañas bélicas. Victoria Sandino declara que las mujeres insurgentes están abiertas a debatir y construir ese feminismo propio con todo el movimiento colombiano de mujeres, donde se incluyan también las banderas de la población LGTBI. Además, nos dice: “toda la fortaleza mental y física que nos dio la guerra la ponemos al servicio de la paz” y considera que las mujeres de las FARC-EP son una reserva moral para dicho propósito, por todas sus vivencias y experiencias en el largo conflicto colombiano.
Finalmente hace hincapié en construir una identidad propia que haga de ese feminismo que se está construyendo un acervo académico y también una práctica militante y cotidiana, así como un producto colombiano y raizal, no importado ni copiado. Cuenta con agrado que en la organización ya existe un Departamento de Género que ella coordina. La vemos conmovida y con lágrimas resbalando por sus mejillas, cuando escucha un poema que un asistente al conversatorio le dedica. Victoria se despide de todos y todas, con abrazo y beso. Anhela empezar cuanto antes a compartir y seguir edificando ese feminismo propio en zonas urbanas y rurales, donde las mujeres deben emanciparse y ser para sí.