Los uribistas no viajan con un ex guerrillero en un avión pero si marchan con Popeye
El odio hacia la izquierda los hace ver visiones. El señor que fue tildado de ex movilizado por la nuera de Ramos solo tenía una gorra que le habían traído de Cuba.
El odio de los uribistas es tan irracional que los hace ver visiones. Ayer Juliana Hernández, la esposa de Alfredo Ramos Maya, hijo de Luis Alfredo Ramos, envuelto en líos de paramilitarismo por los que pagó cárcel, hizo una alharaca porque en un vuelo viajaba un ex guerrillero de las Farc. Al final resultó que el señor se llama Fabio Velasco, tiene 75 años y viajaba con su esposa enferma a que la viera un especialista canadiense. Lo único malo que había hecho era ponerse una gorra con una estrella roja que le había traído su hijo de Cuba. Qué horror.
La estigmatización uribista es total. Recuerdo en la década pasada cuando hablar de diálogo, de paz, de intercambio humanitario, era ser tildado de guerrillero. Recuerdo cuando el DAS usaba su inteligencia para incriminar a catedráticos críticos del despejo paramilitar como sucedió con Alfredo Correa de Andreis, vilmente asesinado en Barranquilla con el remoquete de ser de las Farc.
Para los uribistas es peor ser de las Farc que del cartel de Medellín. Por eso aceptaron gustosos viajar con Popeye en abril en la marcha esa que hicieron contra la corrupción. Aunque algunos se quejaron en su momento, la mayoría aceptó que el sicario de confianza de Pablo Escobar lanzara arengas contra el proceso de paz y Santos vestido con la camiseta de la selección Colombia. Cuando llega al Centro Comercial Tesoro, donde la gran mayoría de los que entran allí son uribistas, es recibido como un héroe, como si se tratara de Mick Jagger. En todas las encuestas que hacen votarían por Popeye y no por Timochenko demostrando no solo ignorancia –las Farc siempre fue una fuerza política, el Cartel de Medellin son unos vulgares criminales- sino maldad.
Viendo a algunos de los candidatos del C.D prometiendo la guerra con las Farc como campaña política, queda claro cuál es el credo uribista: el odio, la guerra y todo para eludir la JEP. Con la Justicia Especial para La Paz los hombres del clan del golfo van a hablar y podrían poner en problemas a más de un integrante de la colectividad.
La paz, la reconciliación, no les conviene, claro que no les conviene. Ellos confían en llegar a la presidencia en el 2018 y en una invasión de Trump a Venezuela para que el país se desestabilice y la paz con las Farc se desmonte. Ellos confían en que su rebaño, que se parece tanto a Juliana Hernández, con sus estigmatizaciones, su incapacidad de perdonar, salga emberracado a votar porque se perpetue la guerra, porque se muera la paz.