Plaza de la hoja: problemáticas y posibilidades de una comunidad que sigue resistiendo
imagen bogota.gov.co
En el corazón de Bogotá, cerca de uno de los sectores industriales y comerciales más importantes de la capital, sobre la NQS con Calle 19, dos de las arterias fundamentales de la ciudad, se erige la Plaza de la Hoja. Una serie de torres edificadas por el Gobierno Nacional y la Alcaldía Mayor de Bogotá como un piloto de un proyecto de vivienda de interés prioritario (VIP), donde viven más de 475 familias que tienen en común ser víctimas, en su mayoría, del conflicto armado.
Pero la realidad en la que se encuentran los habitantes de Plaza de la Hoja es diferente. No solamente por el aspecto estético que tiene el conjunto (pues la mayoría de los habitantes y visitantes aseguran que es similar a una “cárcel”), sino porque tras dos años de haberse establecido, tiene varios problemas estructurales internos y externos que complican la existencia de la comunidad que observa, tras el cambio de gobierno en la ciudad, como la administración distrital no resuelve sus problemáticas más urgentes y se reduce el apoyo institucional a una idea que, aunque en el papel es buena, ha sido mal implementada y descuidada por el gobierno distrital y nacional.
Plaza de la Hoja: Un proyecto que se ha quedado “a medias”
Inicialmente, Plaza de la Hoja se pensó como un proyecto integral que, además de ser un programa de vivienda de interés social, tendría también un enfoque económico, ambiental y cultural que combatiera la segregación social, el desempleo y la falta de protección social que muchas de las víctimas del conflicto han sufrido en sus lugares de origen o en los lugares a los que llegan como desplazados. La mayoría de los edificios tienen en sus primeros pisos estructuras que fueron pensadas para que sirvieran como locales para negocios y espacios culturales y educativos (un jardín infantil y una casa de la cultura que pensaban ser ubicados en estas zonas) que pudieran ser aprovechados por la misma comunidad que habita el conjunto. Sin embargo y tras el paso del tiempo, estas estructuras se encuentran vacías y deterioradas, en la mayoría de los casos, porque no hay un acompañamiento económico y técnico del distrito y de la Nación que permita a la comunidad acceder a estos espacios y usarlos. En ese sentido, la mayoría de las averías de los apartamentos son consecuencia de la entrega apresurada de parte de la misma constructora encargada de los edificios. Así, los problemas estructurales de los pisos son ignorados y los espacios permanecen abandonados. Del mismo modo, las tuberías de los primeros pisos se encuentran deterioradas y en muchos casos poseen filtraciones de aguas negras que impiden la utilización de estos espacios.
Algo similar sucede en las terrazas de algunos de los edificios que componen el conjunto. Fueron construidas, en su mayoría, para desarrollar ejercicios de agricultura urbana por la comunidad. Sin embargo ha sido imposible desarrollar el proyecto debido a que existen fallas estructurales que generan humedad en los últimos pisos, ya que el agua tiende a filtrarse entre el techo y las paredes de los apartamentos que se encuentran debajo de las terrazas. En ese sentido, la respuesta de la administración distrital y de la constructora también es nula.
Por otro lado, también el estigma social pesa sobre Plaza de la Hoja. La imposibilidad del desarrollo de un trabajo comunal dentro del conjunto no sólo se ha visto afectado por los problemas internos de convivencia de la comunidad, sino también por la existencia de un proceso de segregación social impulsado por las comunidades de los barrios aledaños al conjunto, que consideran que el proyecto ha agravado las situaciones de delincuencia y microtráfico en el sector del barrio Cundinamarca. Y es que en uno de los lotes del IDU que se ubica junto al conjunto, al lado de la vía del ferrocarril de La Sabana, se ha establecido una olla expendedora de drogas que ha posibilitado un control del territorio por parte de grupos paramilitares y las pequeñas mafias que huyeron del Bronx tras su desalojo en el 2016.
La organización como vía para resolver las problemáticas de Plaza de la Hoja
Aunque las problemáticas de Plaza de la Hoja hacen que para muchos habitantes de la ciudad este tipo de proyectos inclusivos sean considerados utópicos o inviables, la comunidad que compone Plaza de la Hoja sigue resistiendo a los problemas que, con el paso del tiempo, van surgiendo dentro de su conjunto. Para muchos de los habitantes del conjunto, la posibilidad de habitar allí no sólo implica poder tener un espacio propio y seguro donde puedan vivir dignamente, sino también es la posibilidad de tener una segunda oportunidad tras los dramas del conflicto armado, una posibilidad para que la gente pueda volver a surgir en un país dónde los desplazados son excluidos y segregados económica, social y políticamente por una tragedia que nunca decidieron vivir.
La defensa de Plaza de la Hoja entonces se convierte no sólo en un acto de reivindicación hacia la gente que habita el conjunto, sino también de presión ante la administración distrital para que pueda resolver los problemas estructurales que éste posee, y permita la consolidación de una idea de integración e inclusión social que conecte a la ciudad con las necesidades y reivindicaciones de las comunidades que siempre han sido excluidas y que también merecen un espacio de participación social, económica y política dentro de los barrios que habitan.