top of page

Los hinchas de la U, UC y Colo Colo se unen contra el machismo


Mujeres que siguen a los clubes grandes crearon agrupaciones, dentro de sus propios espacios, para frenar la violencia de género en el fútbol. Buscan, entre otros objetivos, erradicar los cantos misóginos de las barras: ni “madres”, ni “monjas”, ni “zorras”.

Como hincha de la U, Natalia Dávila asiste regularmente al Estadio Nacional. Sobre el tablón, sin embargo, no todo es aliento y fidelidad al equipo de sus amores.

“En el estadio vives una violencia específica hacia la mujer. Desde que se ocupe una imagen femenina para denostar, como ‘madres’, ‘zorras’ y ‘monjas’, hasta cómo te tratan los carabineros en los accesos. Los hombres creen que porque son mayoría tienen derecho a acosarte, a darte agarrones, a darte besos en la cara”, acusa Natalia.

Junto a otras seguidoras azules decidieron organizarse y luchar por un fútbol sin machismo. Hace seis meses formaron una Comisión de Género dentro de la Asociación Hinchas Azules: Las Bulla. Fueron ellas quienes, a raíz de la denuncia de violación perpetrada por supuestos hinchas de la U contra una mujer, convocaron a una marcha el miércoles pasado en el Estadio Nacional, donde clamaron justicia con el lienzo “Ni callada ni sumisa: rebelde y bullanguera”.

“En el fútbol hay una cultura de la violación súper arraigada. Aspiramos a un cambio cultural. Al menos Los de Abajo hicieron un comunicado apoyando nuestra causa. La marcha fue nuestra segunda actividad. La primera fue un conversatorio donde se exhibió el documental argentino Mujeres con pelotas”, explica Natalia, para quien la violencia en el fútbol “no es muy distinta a la que vivimos las mujeres en el cotidiano”.

Mujeres albas

Si bien las hinchas de la U han sido pioneras en organizarse para frenar el machismo en las canchas, un grupo de seguidoras de Colo Colo y U. Católica trazó una ruta similar. Es decir, aunque por ahora parceladamente, mujeres de los tres clubes más populares del país están luchando por una causa común. “Nos alegramos de que tanto Colo Colo como la UC estén trabajando en lo mismo”, dice Dávila.

El pasado 26 de abril, en efecto, se constituyó la primera Comisión de Género del Club Social y Deportivo Colo Colo. Maricela Franco, una de sus precursoras junto a Daniela Molinet, tenía 11 años cuando recibió su carnet de socia alba como regalo de Navidad.

“Recién tuvimos nuestra primera reunión, estamos empezando. Le planteamos al club la opción de crear una comisión de género y tuvo acogida del directorio”, cuenta Franco, quien espera que el enfoque de género cruce la institucionalidad del CSD Colo Colo.

La pelea por instalar el tema de género en la agenda del club, no obstante, partió mucho antes. “Se inició cuando revivimos las ramas de vóleibol y de básquetbol femenino. Queremos emparejar la cancha sobre la participación de las mujeres en el club social: el directorio está compuesto en un 95% por hombres”, dice la socia alba.

La comisión procurará, agrega Franco, “reeducar a las barras y erradicar los estereotipos. Entender que las mujeres pueden disfrutar y practicar fútbol en pleno ejercicio de derechos. Queremos que nuestro mensaje llegue a Blanco y Negro”.

Maricela también sufre con los cánticos misóginos de las barras. Algunas, eso sí, han creado campañas para eliminar estos insultos: el pasado 16 de septiembre, la hinchada de San Luis repartió volantes en el Estadio Lucio Fariña con el lema “Basta de machismo en el fútbol”, y exhortó a sus seguidores a no decirles “madres” a la U, ni “monjas” a la UC, ni “zorras” a Colo Colo.

“La mitad de las canciones son de denostación contra la mujer. Esto sin contar el tema de los accesos, que te tocan, que te pasan a llevar en el metro. A veces creen que las mujeres no vamos al estadio: porque los baños para mujeres están deshabilitados y en pésimas condiciones”, cuenta Franco, cuya entidad está abierta a trabajar con las hinchadas de la U y la UC.

La cruzada de la uc

“Espacio libre y seguro de hinchas cruzadas para velar por el respeto e igualdad, tanto dentro como fuera de la cancha”, reza la descripción en Facebook de Nuestra Cruzada, la nueva agrupación de hinchas de la UC que busca reivindicar el rol de la mujer.

“Partimos desde dos grupos: Católica Para Su Gente y Alta La Frente. Fuimos a la marcha del 8M y somos un espacio de apoyo. Para ir a San Carlos de Apoquindo nos juntamos todas antes, en el metro Los Dominicos”, comenta Susana Celis, una de las gestoras.

“Yo he sentido el acoso. Solo he ido una vez sola al estadio y fue terrible. Veo cómo los hombres les gritan a sus compañeras, y una no actúa por miedo, porque son súper violentos”, agrega Celis.

Una de las ideas de Nuestra Cruzada es replicar la iniciativa de Rosario Central: el club obligó a sus jugadores a ir a talleres de violencia de género, luego de que un miembro del plantel agrediera a una mujer. “Le solicitamos a Cruzados SADP hacer un taller similar para los jugadores de la UC. Nos dijeron que les hiciéramos una propuesta”, comenta Susana, para quien “el enemigo común es el patriarcado. No entendemos a nuestros rivales como enemigos”.

Usted no lo diga: los dichos machistas en las canchas

No hay inocencia en decir “zorras”, “madres” y “monjas”: En Chile, aludir a las “madres”, “monjas” o “zorras” es muestra de la clásica “vinculación peyorativa a lo femenino”, según explica el lingüista Ricardo Martínez. “’Zorras’ viene de un sketch cómico que circulaba en casete en los años 80 donde se representaba al fútbol con altos contenidos sexuales”. Los apodos para la U y la UC, dice Martínez, se explican con el mismo esquema de representar “debilidad”.

Cuestión de “hombría”: “Que se me venga a juzgar mi hombría no lo voy a tolerar”, dijo Mauricio Pinilla tras la caída ante U. de Concepción. Esa frase, según el académico de la UDP, reproduce el pensamiento clásico de que los logros, ya sean deportivos o profesionales, son muestra de gallardía y masculinidad. “Por eso fue tan importante ver lo buena que fue la selección femenina en la Copa América. Ayuda a demostrar en Chile que el éxito es una característica humana, y no un atributo exclusivo de lo masculino”, afirma.

“Chuncho hueco”, “indio maricón”: La lingüística crítica aplicada, que en la última década se dedicó a entender el uso de los discursos para perpetrar la discriminación, tienen un diagnóstico claro. “Descalificar a la hinchada rival con ‘chuncho hueco’ o ‘indio maricón’ implica perpetuar el agravio a los grupos que han sido particularmente discriminados en las sociedades patriarcales en las cuales vivimos”, dice Martínez. Descalificar aludiendo a la homosexualidad, explica el experto, es “lingüísticamente violento”. Por suerte, enfatiza, “el feminismo ha hecho mucho por incentivar un cambio discursivo”.

“Paternidad” no es sinónimo de superioridad: “Hacer una analogía de la superioridad deportiva con el término ‘paternidad’ es, en esencia, una metáfora discriminatoria”, comenta Martínez. Quien representa la supremacía de forma masculina, conscientemente o no, “considera a la mujer en una posición de inferioridad con respecto al hombre”. Eso sí, cree que hay otro término aún más violento: comparar una goleada con una violación. “Implica validar al fútbol como una especie de hostigamiento constante hacia la mujer”, opina él.

“Poner huevos” y “ser niñita”: Dichos como el “poner huevos” incluso son usados por las mujeres en el deporte. Eso es muestra de que, para integrarse en un territorio dominado por hombres, ellas resignificaron conceptos. Distinta fue la frase que usó Marcelo Díaz para defenderse de quienes pedían su retiro de la Roja: “No soy tan débil ni tan niñita para tomar esa decisión”. Martínez asegura que eso sí implica una representación negativa. “Busca decir que algo no valiente es propio de las mujeres. Eso es nefasto”, cierra.

El inspirador ejemplo de Rosario Central

Este año fue particularmente sensible para el balompié argentino en términos de violencia de género. A fines de enero, en una misma semana, Edwin Cardona y Wilmar Barrios, jugadores de Boca Juniors, fueron denunciados por dos mujeres por agresiones y malos tratos: mientras que a los pocos días después, Fernando Tobio, defensor de Rosario Central, apareció golpeando a otra mujer a la salida de un bar.

Si bien lo que ocurrió con los futbolistas de Boca quedó en nada, en Rosario sí tomaron cartas en el asunto.

Luego de una semana, y tras una alta multa económica impuesta al jugador, la práctica del 7 de febrero terminó de una forma poco convencional para el primer equipo: todo el plantel se subió al bus del club con destino al Instituto de la Mujer de Rosario. Una vez allí, los futbolistas recibieron un taller sobre violencia de género. Podría ser la primera vez que se dictara una clase de ese tipo en Sudamérica. La iniciativa se repitió en marzo para todas las series juveniles.


Noticiero Barrio Adentro
Contáctanos
  • Facebook Social Icon
  • Twitter Social Icon
  • YouTube Social  Icon
bottom of page