El mito de Casandra y el basurero de Doña Juana.
Existe en la mitología griega la historia de la princesa Casandra, quien fue condenada por el Dios Apolo, luego de un desplante, a una amarga condena: Vivir siendo una poderosa vidente sin credibilidad alguna. Luego del hechizo divino Casandra poseía la virtud de predecir tragedias y acontecimientos futuros, pero nadie podía escucharla, y quien lo hacía no daba crédito a sus palabras.
Lo ocurrido con el nuevo capítulo del ecocidio del basurero de doña Juana, es una muestra del síndrome que padecemos en el sur Tunjuelo. Hace 35 años, cuando se presentaron los primeros mapas de lo que sería el “relleno del cerro de la Juana” y posterior “Parque ecológico serafín”, el líder Usmeño Gerardo de Santa fe, entre Sarcasmo y lucidez, comentó: a ese mapa le faltan tres cosas, las moscas, las ratas y los derrumbes de basura. No estaba tan lejos de lo ya ocurrido con los mal llamados rellenos en Asia y Norte América, que hacían estragos ambientales y dejaban víctimas por doquier.
A pesar de ello, la tecnocracia pública –privada, con su arrogancia y mediocridad sempiterna, continúo implementando el Frankenstein hasta el punto de privatizar cada residuo arrojado por los bogotanos a sus canecas. Como respuesta, los pobladores urbano campesinos, organizaciones territoriales, Ambientales y comunales hemos realizado todo tipo de acciones colectivas (Paros, Marchas, audiencias de control político, acciones de grupo, tutelas, cabildos y denuncias públicas) denunciando la inviabilidad del modelo de gestión insustentable, injusto e ineficiente, que se ha configurado en un lucrativo negocio de dimensiones transnacionales.
Como en el relato de la Antigua Grecia nuestra voz ha sido la de Casandra; un augurio desestimado pero soportando en sendas investigaciones, soportes técnicos, económicos, sociales y sobre todo en un sentido básico de la justicia y la dignidad. Dice un viejo amigo que el manejo las basuras es el reflejo del tipo de sociedad que padecemos. Ahí está, pues, el tipo de Ciudad y país que nos impusieron. Sin embargo seguimos insistiendo en tres propuestas, que seguramente serán de sentido común próximamente:
-El cierre definitivo del Basurero de doña Juana, entendiéndolo como una transición que permita la implementación de tecnologías de aprovechamiento de residuos para la consolidación de abonos agroecológicos de mediana escala, además de efectuar modelos de generación energética por vía de técnicas como la pirolisis, termólisis y gasificación, en un circuito de Economía colaborativa y solidaria.
- Pago de la deuda social y ambiental a los pobladores de la cuenca del rio Tunjuelo, incorporándoles de manera activa y participativa al nuevo modelo de gestión de residuos, junto a los recuperadores de oficio.
-Tomar todas las medias necesarias para recuperar el control público de la operación del basurero, con el fin de contener las emergencias propias del mismo sin provocar aumentos tarifarios.
-convocar inmediatamente a un debate público y decisorio sobre el futuro de la gestión de residuos en Bogotá.
Un cabildo abierto donde los augurios de Casandra rompan el hechizo y se vuelvan consideraciones válidas para una Ciudad viable.