A LAS MARGENES DEL DESARROLLO
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación (historia de dos ciudades) Progreso y desarrollo son dos fundamentos que el sentido común es incapaz de cuestionar.
Nociones que acompañan la cabalgata de la modernidad capitalista por la historia, hasta el barranco o el infinito, y que han sido consideradas sinónimo de bienestar, evolución y crecimiento. el economista brasileño Celso Furtado advertía, hace más de 30 años, que el desarrollo “era un mito que se concentraba en objetivos abstractos como son las inversiones, las exportaciones y el crecimiento. Esas mismas metas se escuchan hoy en día en América Latina desde las más variadas tiendas políticas, dejando en claro que la cuestión del desarrollo sigue abierta”. Estipulando una doxa soportada en un modelo univoco, con recetas inequívocas por medio de las cuales los pobres disfrutaríamos de la “calidad de vida” que los ricos poseen, siempre y cuando las barreras mentales que nos atan (sentido de lo público y lo común) sean desbrozadas y las sabias luces del mercado despejen el camino arduo, benefactor e incierto del éxito.
La tozuda realidad y los continuos avances en las formulaciones interpretativas-criticas de las relaciones sociales, económicas y culturales han permitido cuestionar la visón onírica que la industria cultural del sistema mundo propago por el sur global. Ya hace 50 años que Hernando Cardozo señalaba la dualidad del mundo en la esencia que constituye la geopolítica mundial: “la economía mundial posee un diseño desigual y perjudicial para los países no desarrollados, a los que se les ha asignado un rol periférico de producción de materias primas con bajo valor agregado, en tanto que las decisiones fundamentales y los mayores beneficios se realizan en los países centrales, a los que se ha asignado la producción industrial de alto valor agregado”.
Posteriormente Wallestein, Gudynas y Alberto acosta profundizarían esta idea fuerza incorporando los bienes naturales comunes como base del intercambio desigual y la subordinación de los pueblos periféricos obligados a integrarse al mercado global exportando bienes primarios, configurando así verdaderas economías de enclave.
No es objeto de estas cortas líneas realizar un balance de este conjunto de teorías críticas sobre el desarrollo; más bien quiero tomar estos elementos generales como núcleo analítico para plantear, a escala menor, una denuncia, que a su vez resulta una verdad de Perogrullo: Bogotá y su región es un territorio construido sobre la segregación socio espacial, la dispersión calculada y la discriminación ambiental. Diseño que ha facilitado la concentración, no solo de capital, sino de los beneficios producidos por la potencial riqueza social y ambiental de la sabana centro, obstruye la realización de derechos colectivos y fomenta agudos conflictos. Pero como en el majestuoso relato de Dickens, historia de dos ciudades, la oscuridad no es completa y de los inmensos perjuicios colaterales del desarrollo afloran apuestas por el derecho a la ciudad y la soberanía ambiental, gentes del común que van anunciando que el transito del urbanismo neoliberal a territorios sustentables es un horizonte viable. Ejemplos de la Bogotá invisible, a las márgenes del desarrollo, resistiendo el paso avasallante del desenfreno.
Bordes en disputa
Las franjas de transición urbano- rural o bordes, son conceptos administrativos elaborados para establecer los usos del suelo y la vocación de las fronteras urbanas de la ciudad; sin embargo ha tenido un desarrollo difuso y tensionante. ¿La ciudad debe crecer más? ¿Hacia dónde debería crecer? ¿Bajo qué criterios y priorizando cuales modelos de ocupación? Preguntas que la tecnocracia, el sector inmobiliario, minero y especulativo no tardan en responder. Debe crecer, porque así lo dicta el mercado, expandirse por todos su frentes, aunque de forma desigual, valorizar el metro cuadrado urbanizable y permitir la libre inversión; así, con distintos matices, se promueve una visión “metropolizada” de la región. Seguramente la administración “Peñalosa 2” va a profundizar sus aspiraciones de finales del siglo 20: la conurbación pasiva de municipios o ciudades colchón que dependan comercial, laboral, culturalmente de Bogotá y ajuste sus POT a las necesidades del centro. El crecimiento inusitado e inequitativo de Soacha, Madrid, Funza, tabio, chía y Cota da cuenta de este fenómeno; la definición de un centro fortalecido y competitivo al mejor estilo de Tokio, Sao pablo o París dedicado a los servicios financieros y empresariales, expandiendo la clase media emergente a los extramuros de la ciudad. Un modelo de centro periferia que impulsa una dinámica de relación profundamente desigual.
Al sur, los territorios que tienen como eje articulador la cuenca del rio Tunjuelo seguirán soportando la carga de la región, tributando material para construir las afamadas y tardías vías 4- g y los planes de vivienda de las ciudadelas; recibirá igualmente las mismas 6500 toneladas diarias de basura para apiñar, además de fracturar su frontera cuando los pulpos inmobiliarios que orbítan alrededor del verdadero emperador del distrito (CAMACOL) instrumenten mecanismos jurídicos que les permita construir en áreas rurales de Usme y Ciudad Bolívar, seguramente hasta que los frailejones sean arbustos de vecindario.
Al Norte el objetivo es captar la plusvalía generada por la espuria ocupación de la sabana, que devasto el 60% de los suelos agro-forestales más ricos de alta montaña que antaño tuviese el país. Serán hábitat de ministros, empresarios, mafiosos de toda urdiembre, con paisajes emulados de Dinamarca o Australia, que en viaje de domingo almibara visitas navegables a guatavita y Suesca. Los nuevos cachacos materializando sueño postergado. La estorbosa reserva Van der Hammen intentara ser removida y los enruanados mal vistos a trochar con sus molestas vacas hacia el páramo, como en un eterno retorno en la historia.
Al oriente, aunque pareciera un consenso a regañadientes que la reserva forestal es intocable, los derechos adquiridos por las “vulneradas firmas de construcción” se respetaran y para cumplir la ley se expulsara los resquicios de los pobres anti ecológicos, osados en compartir acceso a lugares reservados a la opulencia. La Calera, guasca y Choachi completaran su crecimiento silencioso, bajo una estrategia de “sub urbanización para ricos”, aprovechando las cualidades del territorio chingaza y los múltiples vacíos jurídicos, construyendo en suelo económico, viviendo como en california, conduciendo autos descapotados en carreteras ataviadas por el cuadro esplendido ofrecido por san Rafael y la desastrosa avenida perimetral de oriente, en construcción. La crisis hídrica que se avecina obligara a presionar el páramo con el proyecto chingaza 2 y la cuenca del rio guavio; en paramo grande, las fuentes de generación y redes de trasmisión de energía continuaran su venta de energía al mejor postor, nacional o extranjero.
Al occidente los humedales perderán terreno a expensas de construcciones para sectores de clase meda que terminaran de pagar, si puede, en 20 años sus lujosos y estrechos apartamentos, la ALO se construirá y estimulara el consumo de automóviles particulares. Veremos grandes autopistas con muchos carros y una movilidad en igual o peores condiciones, el metro llegara hasta Mosquera, si se construye, los vecinos de Bogotá se consolidaran como clústeres semi-industriales y se incorporaran al desarrollo comercial de Bogotá de forma dependiente y asimétrica, mientras la ciudad les garantiza agua y luz a bajo costo. La ciudad crecerá furtivamente al occidente, el rio Bogotá abrazara una carga contaminante mayor, la especulación del suelo llenara arcas particulares, cambiara su vocación y la des planificación la pagaran nuestros impuestos.
Así las cosas se avizoran una etapa renovada de conflictos socio- ambientales que tendrán como base la disputa por el territorio y como lugar privilegiado las márgenes de la región metropolitana. La lucha de clases por el derecho a la ciudad y la re configuración de la relación centro periferia, plantea un horizonte a los protagonistas de la reyerta: las élites locales, regionales y nacionales y las comunidades heterogéneas con sus expresiones organizativas.
Adenda: los proyectos de Urbanización para Soacha, Mosquera y el norte de la ciudad van a estar encabezados por los mismos diseñadores de transmilenio, que durante los últimos 10 años agenciaron la fundación Sarmiento Angulo. Bogotá mejor para todos… especialmente para algunos.