UNA MIRADA SIN EMOCIONALISMOS HACIA LA REFORMA TRIBUTARIA
“El gobierno del Frente Nacional realiza tres devaluaciones, aumenta en doscientos por ciento los gastos públicos y bélicos y trata de subsanar la bancarrota fiscal gravando al pueblo colombiano con impuestos a las ventas, impuestos a la gasolina y ponqués tributarios…”[1] Así se plasma en la siembra de Camilo una intervención del cura Camilo Torres que se llevaba grabada un obrero en su mente después de pegar en las calles varios carteles sobre sus conferencias.
Pasados varios años, la situación no mejora, el Estado colombiano afronta la dura tarea de hacer una reconfiguración nacional en términos económicos después del fracaso del modelo neoliberal aplicado a medias (a lo chambón) en el territorio colombiano, por la apertura económica en el gobierno de Cesar Gaviria en el marco de la “democrática” Constitución Nacional de 1991 la cual traería más problemáticas que soluciones al desfalco fiscal de la nación; pero ¿qué tiene que ver esto con la reforma tributaria de la que tanto se habla pero poca gente investiga a profundidad?, tiene que ver y mucho, en primer lugar Colombia desde 1990 ha sufrido un proceso de devaluación en su moneda de casi 30%, púes para finales de ese año la relación Dólar-Peso era de 1-529, hoy en Colombia la relación es 1-2950 aproximadamente, es decir si Juan poseía un millón de pesos en la década de los 90’, para la actualidad su capacidad adquisitiva en el comercio ha disminuido 300.000 pesos. Pero, ¿a qué se debe esta devaluación? Con este proceso anteriormente nombrado la industria colombiana sufrirá el implacable proceso de retiro de algunos beneficios subsidiarios que facilitaban la competencia extranjera como lo eran políticas públicas de sustitución de importaciones, entre otras que significaban un cargo torrencial para el Estado: esto generara el declinamiento de grandes sectores de la economía principalmente el agrario y el industrial Textil (lo que representaba la gran parte del aspecto productivo nacional).
Bajo este panorama Colombia declina su nivel de producción a productos históricos como los son el café, el banano, el azúcar, el petróleo, el carbón y la industria pesada (casos Acerías paz del rio y Refinería de Barrancabermeja), los cuales se ven atados directamente a los devenires del comercio internacional lo cual hace cada día más insostenible un factor de ganancia en un país, entramado de corrupción y derroche, en el que todavía ni la luz ni el agua potable llegan a gran parte de la población y en los lugares donde llegan, los servicios son deficientes y suelen estar ausentes por grandes periodos de tiempo, una infraestructura vial y comunicacional deficiente, haciendo que cada vez más empresas inversionistas nacionales e internacionales alejen su mirada de Colombia, disminuyendo su PIB “Producto Interno Bruto” y un incremento al costo de vida, lo que conllevará al incremento de la deuda externa y el hueco fiscal del Estado, que solo puede ser detenido por la tributación nacional mediante el gravamen de la vida en general y en mayor medida a la clase menos favorecida.
Podemos decir que, de los años de derroche de dinero de la bonanza petrolera, donde las entidades gastaban sin reparo, hoy solo se pueden ver resultados de la mala inversión de las regalías y sobre todo de corrupción: obras millonarias abandonadas, vías medio pavimentadas, parques y polideportivos construidos hasta la mitad… La bonanza no se sembró, la bonanza no dio cosecha…
Hoy, después del desplome del precio del petróleo en el año 2015 (Principal industria tributadora del Estado), el Estado colombiano dejó de recibir una gran cantidad de impuestos de las empresas de este sector, por lo que existe un déficit fiscal, un hueco que el gobierno busca llenar con la Reforma Tributaria presentada en octubre al Congreso de la República.
Esta Reforma tributaria tiene como finalidad ampliar la base de contribuyentes mediante el gravamen a productos tales como bebidas azucaradas y combustibles.
En este sentido, se propuso que los impuestos a las empresas se suavizaran con el fin de incrementar la competitividad y la inversión. Por lo tanto, los cuatro impuestos (renta, Cree, Sobretasa y riqueza) que pagan las empresas se reducirían a uno solo de manera gradual hasta estabilizarse en el año 2019. Adicionalmente, las empresas cuentan con los siguientes beneficios:
La eliminación del impuesto a la riqueza en el año 2018.
La deducción del 150 por ciento de sus impuestos por inversiones en la producción de energía no convencional, por donaciones, cuidado de medioambiente, reforestación, incentivación de la tecnología e innovación.
Por otro lado, los trabajadores que ganen más de 2.749.417 pesos Mcte, tendrían que declarar renta, según el Gobierno, la medida tiene como objeto mejorar la información de las bases de datos de la DIAN.
Sin embargo, existen los que siguen intocables. Las iglesias y demás centros de culto no pagaran impuestos, pero deberán hacer pública la información sobre sus finanzas, y si se encuentran recursos que no hayan sido reinvertidos en el culto, sobre estos si deberán pagar impuestos.
Es pertinente hacer énfasis en lo fundamental de la Reforma Tributaria: el IVA, que, de ser aprobada la reforma, aumentaría del 16 al 19%. ¡La gran cura de la herida fiscal!
Se gravarán con impuestos:
Planes de datos a partir del estrato 3
La gasolina
Las plataformas digitales tales como Netflix y Uber.
Además de la ya mencionada ampliación de declarantes de renta, siempre que ganen más de 2.749.417 pesos.
Sin embargo, la más afectada será la denominada clase media (El único país donde tener una casa o medio de transporte propio y no vivir en la miseria absoluta es ser clase media), que sigue llamada a desaparecer, condenada ahora a sostener el déficit fiscal, los experimentos del gobierno para industrializar otros sectores de la economía y la estimulación de la competitividad empresarial para volver atractiva la inversión en nuestro país; de nuevo, la clase media es obligada por el capital a robustecer las estructuras desiguales, utilizando argumentos caritativos como el que la reforma tributaria daría fondos para el mantenimiento de rubros de salud, educación y subsidios como los de Familias en Acción, o con el contentillo de que la canasta familiar no sería objeto del IVA.
Independientemente que ahora Carlos Sarmiento Angulo tenga que pagar impuestos por sus bebidas azucaradas, ó que a la industria del tabaco (que tras del hecho compite con la fuerza chilena hoy poseedora de la marca Mustang) le suban el impuesto de 701 pesos en 2016 a 2.100 pesos el próximo año, el sector de a pie no tiene por qué asumir la crisis que desatada por el derroche, la corrupción y la inoperancia de los que ostentan el poder y del modelo Neoliberal.
Para terminar, y no obstante la fachada de buena intención del gobierno desde el Ministerio de Hacienda, de proteger la salud, la integridad y la vida de todas las personas por medio del impuesto a las bebidas dulces, al tabaco y a los datos, en prevención de la diabetes, de la obesidad y la integridad de las personas, además del bolurdo argumento planteado por la oposición frente al financiamiento de la paz y la falta de coherencia y análisis por parte de la izquierda colombiana frente a los problemas económicos reales de la nación en términos de creación de alternativas prácticas y académicas, la tarea es revisar que tanto estamos preparados para afrontar una forma diferente de ver y llevar relaciones económicas y cómo vamos a marcar una ruta que no se quede solo en la movilización y el análisis pasional o vanal de los círculos revolucionarios colombianos, esta es una invitación a todos los que hacen parte del movimiento social a construir una alternativa real de Colombia diferente desde los barrios, veredas y caseríos hasta los espacios universitarios y de construcción académica para no permitir que pase lo que siempre ha ocurrido: el Estado en crisis es sostenido y pagado por el sector menos favorecido, responsables eternos de los daños de un modelo económico desigual y explotador.
Dentro de todo, ¡celebremos que los libros quedaran sin IVA!
por: Angie Daniela Amaya Pérez.
Jorge Andrés Ramírez Plazas.
UNIDAD DE PROCESOS POPULARES DE BOGOTA.
[1] Fernando Soto Aparicio. La siembra de Camilo.